jueves, 24 de septiembre de 2020

MARRÓN GLACÉ

 

           MARRÓN GLACÉ




Esta mañana salí de la sala de electro shock muy contento, veinte sesiones en total. Ya era capaz de mirar un marrón glacé en su envoltorio, sin tener síntomas de ningún tipo.




He pasado un año malísimo, sin poder pasear por las calles, ni pasar por delante de una pastelería.


En qué momento decidí ir aquella noche a ver ese espectáculo erótico al club de la esquina. Varias copas después, empezó el show, yo estaba en la primera fila.
En medio de la pista, una barra vertical, se atenúa la luz y comienza una música suave y envolvente.




Entra una mulata, desnuda y depilada, baila y hace molinetes en un pole dance impresionante. Se para de espaldas a mí, agachada, y la boca se me hace aguas al contemplar un marrón glacé perfecto de color, meloso y jugoso.


Actuaron siete más, cada una con su castañita, todas diferentes, unas más hechas, otras menos, una peludita, que me provocaron un priapismo contumaz durante una semana. 



Me creía curado, pero esta tarde en una esquina, una castañeira gritó “calbotes, calbotes”.



                                           He recaído.

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